El pasado mes de enero se realizó el desalojo de todos los puestos de comida callejeros que se encontraban en el camellón frente a la Comer, todos los Food Trucks que se encontraban enfrente del 7-eleven y todos los puestos no establecidos de las zonas aledañas.
Esta fue una decisión que nos tomó a todos por sorpresa y, en lo personal, yo no me lo tomé a bien. Es verdad que todos eran negocios informales y se puede justificar lo que hicieron, pero también hay que recordar que la mayoría de los ingresos de las familias mexicanas proviene de negocios informales. No me puedo imaginar la cantidad de familias que se quedaron sin ingresos y lo difícil que va a ser recuperarse, ya que esos puestos llevaban años ahí y les había costado mucho trabajo conseguir todos sus clientes y establecerse. Además creo que no le hacían ningún daño a nadie, al contrario, ahora que ya no están son muy pocas las opciones que tenemos para comer. Llega un momento en el que todas las opciones de comida dentro del campus te aburren y tienes antojo de algo diferente, pero ahora te tienes que limitar a eso y a unos cuantos negocios en el exterior.
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